El pie de trinchera, o pie de inmersión, es una enfermedad la cual fue descrita por primera vez en la Primera Guerra Mundial. Esta patología se daba en los soldados que pasaban numerosas jornadas y horas metidos en las trincheras en las cuales se exponían los pies al efecto de la humedad y el frió constantemente. La combinación de frió y humedad ablandaba el pie, causando heridas e infecciones en los tejidos.
Los primeros síntomas del pie de trinchera son: picazón, piel fría, dolor, entumecimiento y hormigueo
A continuación se desarrollaba otra fase en la que el pie se hinchaba y la piel se volvía rojiza o azulada debido al estado de cianosis, acompañado de sangrado debido al bajo aporte vascular.
Los soldados no por utilizar botas impermeables y bien apretadas se libraban de la enfermedad ya que la llegaban a desarrollar igual a causa del sudor del pie, calcetines mojados, un calzado inapropiado. Se demostró incluso que hasta por una mala nutrición se desarrollaba dicha patología
Las consecuencias de no tratar la enfermedad a tiempo daban lugar a la gangrena, la cual requiere la amputación del miembro.
El tratamiento a aplicar es un buen secado de los pies, lavarlos en el caso de que estén sucios, secarlos cuidadosamente, mantenerlos por encima del corazón mientras se recalientan, ya que en ningún caso se deben ni frotar ni exponerlos a una fuente intensa de calor
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